Halloween está a la vuelta de la esquina, así que para hoy algo rápido, sencillo, delicioso y sobretodo ¡muy sano! La calabaza es la baya de una calabacera, y me encanta porque todo se aprovecha: pipas, pulpa… o incluso la corteza para decorar y hacer nuestro propio menaje de cocina, ya que una vez limpia y desecada se parece a la madera.
Podemos encontrar muchos tipos de calabaza pero en este caso cocinamos con la variedad cacahuete. Tened en cuenta que, cuando vayamos a elegir una calabaza, su piel debe ser gruesa y dura, entonces tendremos una pulpa tierna. Si todavía conservan su pedúnculo mejor, ya que le ayuda a mantener la humedad.
A nivel nutricional, la calabaza es ideal. Posee un bajo valor calórico, su mayor composición es agua e hidratos de carbono. Contiene poca grasa y gran cantidad de fibra. Es rica en antioxidantes, vitamina C y E, además de un alto contenido de fósforo y magnesio.
Según que calabaza usemos, tenemos que dejar secar algo su pulpa, ya que debido a su gran cantidad de agua, podría aguarnos la receta, aunque para nuestra crema de hoy no es preciso. En esta receta, y con el resto de ingredientes, obtendremos una receta sanísima, súper sabrosa sin necesidad de añadir sal gracias al toque de cúrcuma y que nos estimulará el sistema digestivo por la presencia de jengibre y la fibra de las verduras.
Para mí este fruto es muy versátil, podemos hervirlas, asarlas, preparar purés, cremas, guisos, dulces, mermeladas…¡Ah por cierto! Por si os perdisteis el post de la Mermelada de Calabaza, os dejo el enlace porque no tiene desperdicio, además de ser libre de azúcares.
Pues bien, toma papel y lápiz que esto en un plis-plas lo tienes hecho. ¿Te animas?
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